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Despojar la impenetrable piel del León de Nemea.
¡Qué fiera cruel la indiferencia de la gente ante el dolor de los demás...!
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Matar a la Hidra de Lerna.
Incansables, estos terribles reptiles telúricos, henchidos de multiformes cabezas en su interior, reptan atravesando estridentes los túneles metropolitanos, en busca del alimento que les proporcionan las cotidianas preocupaciones de los viajeros...
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Capturar a la Cierva de Cerinea.
Rápida y elegante en el esfuerzo que le exige la carrera para evitar que le dé alcance su perseguidor, la bella corredora afronta el reto de la huida sin desfallecer y sin miedo a la jungla del asfalto...
Capturar al Jabalí de Erimanto.
Como Orfeo, estos músicos callejeros combaten la brutalidad
a la que nos aboca la cultura de masas.
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Limpiar los establos de Augias en un solo día.
Recogiendo la basura en el Rastro de Madrid.
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Matar a las aves del Estínfalo.
Plumas mortales, ruido ensordecedor, miradas que devoran las carnes
apenas cubiertas...
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Capturar al Toro de Creta.
El laberinto de la política y de los premios en materia cultural...
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Robar las yeguas de Diomedes.
Sentadas en el suelo, sucio como una cuadra,
una cuádriga de hembras hambrientas...
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Robar el ceñidor de Hipólita.
A saber qué habría pensado la amazona Hipólita de haber visto escaparates con ceñidores como éstos...
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Robar el ganado de Gerión.
Madrid. Amanecer en la Gran Vía, una de las cañadas más importantes de la gran urbe, en la que los encargados del orden vigilan el paso ordenado de las innumerables cabezas del ganado matutino que salen en busca del pasto cotidiano...
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Robar las Manzanas del Jardín de las Hespérides.
Un temible dragón monta guardia en la puerta... pero aquí, no son doradas las esferas que encuentran los incautos que superan la entrada,
porque no es oro todo lo reluce...
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Capturar a Cerbero.
Guardián de la puerta de los infiernos y símbolo del mundo de las sombras, terror de los que sufren los tormentos sin fin más allá de los umbrales de la muerte...
La bestia tricéfala evocada por Ouka Leele en su banquete cruel como denuncia del infierno de la guerra del Congo.
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Matar a la Hidra de Lerna.
Incansables, estos terribles reptiles telúricos, henchidos de multiformes cabezas en su interior, reptan atravesando estridentes los túneles metropolitanos, en busca del alimento que les proporcionan las cotidianas preocupaciones de los viajeros...
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Capturar al Jabalí de Erimanto.
Como Orfeo, estos músicos callejeros combaten la brutalidad
a la que nos aboca la cultura de masas.
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Matar a las aves del Estínfalo.
Plumas mortales, ruido ensordecedor, miradas que devoran las carnes
apenas cubiertas...
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Robar las yeguas de Diomedes.
Sentadas en el suelo, sucio como una cuadra,
una cuádriga de hembras hambrientas...
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Robar el ganado de Gerión.
Madrid. Amanecer en la Gran Vía, una de las cañadas más importantes de la gran urbe, en la que los encargados del orden vigilan el paso ordenado de las innumerables cabezas del ganado matutino que salen en busca del pasto cotidiano...
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Capturar a Cerbero.
Guardián de la puerta de los infiernos y símbolo del mundo de las sombras, terror de los que sufren los tormentos sin fin más allá de los umbrales de la muerte...
La bestia tricéfala evocada por Ouka Leele en su banquete cruel como denuncia del infierno de la guerra del Congo.
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Despojar la impenetrable piel del León de Nemea.
¡Qué fiera cruel la indiferencia de la gente ante el dolor de los demás...!
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Capturar a la Cierva de Cerinea.
Rápida y elegante en el esfuerzo que le exige la carrera para evitar que le dé alcance su perseguidor, la bella corredora afronta el reto de la huida sin desfallecer y sin miedo a la jungla del asfalto...
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Limpiar los establos de Augias en un solo día.
Recogiendo la basura en el Rastro de Madrid.
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Capturar al Toro de Creta.
El laberinto de la política y de los premios en materia cultural...
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Robar el ceñidor de Hipólita.
Era Hipólita la reina de ese pueblo de mujeres soberbias que eran las Amazonas, que para mejor disparar sus flechas se cortaban uno de sus senos...a saber qué habrían pensado de haber visto
escaparates con ceñidores como éstos...
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Robar las Manzanas del Jardín de las Hespérides.
Un temible dragón monta guardia en la puerta... pero aquí, no son doradas las esferas que encuentran los incautos que superan la entrada,
porque no es oro todo lo reluce...